¿Y tú sabes?

 Por Ricardo Flores Amaro


Cuando salimos mi mamá me dijo que…bueno, me volvió a explicar qué es eso. Me preguntó si sí lo entendía y le dije que sí, que ya era grande y que sabía muchas cosas. Me puse a dar vueltas y me marié, y le dije que sabía que el líquido de mis oídos se había movido, y que por eso parecía que todo se movía. Le dije que también la Tierra se movía, así como yo, pero también de otra forma, entonces corrí a su alrededor, y le dije que ella era el Sol y yo la Tierra, para que viera que sabía cosas de ciencias, así como ella.

Me agarró mientras corría y me apretó tantito de los hombros, me dijo —cálmate, estate quieta, esto es serio— y yo le dije que sí sabía, que me dejara. Y me solté bien feo. Es que me enojé, me enojé de que me aplastó. Y entonces que me regaña, que me dice así de —eres bien mala—, y me puse triste y lloré, y me eché a correr.

Mi mamá me corretió y me alcanzó. Se disculpó, pero yo no quería perdonarla, porque me había dicho mala y tonta. Ella me dijo que no me dijo ni mala ni tonta, pero yo le dije que sí, que sí me dijo tonta, porque sólo las tontas no entienden cosas de ciencias, y ella no me creía que yo sí sabía.

Entonces me agarró y me aplastó contra ella y también se puso a llorar, y yo me espanté. Le dije —no llores mamita, ya me voy a portar bien—. Y ella me dijo que sí, que sabía que sí. Me dijo que me quería mucho y que sólo me preguntaba porque se preocupaba por mí. Yo le dije que no se preocupara, que yo iba bien en la escuela, le dije que me pusieron 8 en ciencias namás porque le rompí la maqueta a otra niña, y entonces la maestra me descontó los puntos.

Ella se puso contenta y me dijo que estaba bien. Me limpió mis moquitos… ¿sabías que los moquitos te cuidan? Dan mucho asquito, pero atrapan el polvo y a los gérmenes, que son unos como bichitos chiquitos que te hacen daño, eso me dijo mi papá. Sí, esas cosas hacen daño, pero no sé si por su culpa te puedas morir, yo creo que no, pero no sé, le voy a preguntar luego a mi maestra.

Quería preguntarle a mi mamá porque ella es doctora y los doctores saben muchas cosas, pero se me olvidó, porque estábamos tristes, porque fuimos al hospital y pus ya sabes que nos dijieron cosas bien tristes.

Ah, sí, pero, ¿qué te estaba diciendo? ¡Ah, ya me acordé! Sí que entonces, ya cuando nos calmamos nos venimos a ver a güelita Chuchita, y mientras ellas se pusieron a platicar yo que me pongo a ver la tele. No había muchas cosas, solo caricaturas bien feas y programas de señores que dicen cosas, y pus me aburrí. Me fui a ver a mi mamá y a mi güelita y que las veo llorando también. Entonces que las abrazo y que les digo que no lloraran, y se calmaron. Después comimos y luego hice mi tarea mientras ellas no sé qué hicieron.

Cuando acabé me puse a jugar a la doctora de enfermos, porque yo quiero ser una doctora como mi mamá no como mi papá que yo creo que se aburre porque no puede platicar con sus pacientes. Y ya estaba yo en mi consultorio, checando a mi paciente, cuando llegó mi a-güe-li-ta… siempre se me olvida que lleva una a. Mmmm… entonces que me pregunta que si no estaba triste, que si no había llorado, y le dije que sí estaba triste y que sí había llorado y le empecé a contar por qué, pero me interrumpió, y me volvió a preguntar lo mismo que tú y que mi mamá, y yo que le digo que sí sabía, que ya me lo había explicado una vez mi papá con un libro rojo que tenía en la casa. Ahí te decía todito, todito de eso. Y él me explicó que de eso era su trabajo y que era muy normal.

Pero entonces güelita… ¡Chin, otra vez se me olvidó la a! Bueno, entonces que me dice que Diosito no sé qué, que angelitos, que el cielo. Y yo que le digo —No Chuchita, esas cosas no esisten, me lo dijo mi papá, y él sabe mucho de los muertos y sus cosas—. Y entonces que se enoja tanto que se puso a llorar, pero no por mi culpa, sino por mi papá por decirme esas cosas. Que dice —Ay, Manuel, mijo, ni porque estás así le pides a Diosito—. Y entonces me dijo que lo ayudáramos, que rezáramos, con las manitas juntitas, juntitas, para que mi papá se curara. Y yo le dije que sí quería, sí, pero mi papá decía que no servía, que porque eso tenía que ver con las…las…las cositas con c, ¡ay, no me acuerdo!

Y ya, que se va toda triste y enojada. Ya luego llegaste tú a preguntarme que había pasado…, y pus eso pasó a-güelito, papá ya se despidió de todos y eso puso tristes a mi mamá y a mi a-güelita. Y también me puso muy triste a mí, pero no lloré.  Todos me dijeron que es porque no entiendo, pero papá me dijo que sí lo entendí bien, hasta le dijo a mamá.  Le dijo —Amore, Moni sí sabe, sólo reacciona diferente, en eso se parece a mí— y hasta me sonrió. Me dijo que era bien lista para mi edá. Sí, él siempre me dice eso y por eso me enseña cosas, como lo de los planetas. Apenas estaba leyéndome de eso. Él es el que me dice que sí entiendo y el que me cuenta cosas de ciencias para saber tanto como mamá, por eso lo quiero.

Sí lo voy a extrañar agüelito. Lo voy a extrañar mucho y eso sí se lo conté. También le conté que saqué 8 aunque me ayudó en mis tareas, todo por culpa de una niña. Pero no le conté algo… ¿te lo puedo contar y no le dices a nadie? ¿Sí? Bueno, es que sí lloré, pero en la noche, antes de irnos, pero solo fue tantitito. Lloré escondida, así como le hacía mi papá a veces.  Y de eso no le pregunté nunca, y no sé a quién preguntarle, porque agüelita luego nada más me dice otras cosas y mamá se desespera… Oye… ¿y tú sabes?, ¿sabes por qué las lágrimas son saladitas?

 

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